DESAFÍOS...

"...sólo los que se atreven a llegar lejos, son capaces de llegar a saber lo lejos que pueden llegar..."
T.S. Elliot

jueves, 24 de junio de 2010

¡ADIÓS TREN!




¡Adiós tren! Esa es una de las primeras frases que hemos aprendido de niños quienes veraneamos en Cabañas (aquí, cerquita de Pontedeume).
La zona de veraneo está situada entre la vía del tren y la playa, ahí se apelotonan un montón de chalets y algún que otro edificio de pisos de dudoso gusto. Se trata de la línea de ferrocarril Betanzos-Ferrol, de algo más de 100 años de antigüedad. Como por desgracia Ferrol no es una ciudad muy bien comunicada que digamos, no es que pasen muchos trenes por aquí. Aún así, cuando éramos pequeños, daba igual qué estuviésemos haciendo ya que al oír el tren todos mirábamos automáticamente hacia la vía y nos poníamos a saludar con la mano y despedir a los pasajeros diciendo “adiós tren”. Ya podíamos estar jugando al escondite , no importaba, nos delatábamos al saludar al “ferrobús” (¡aquel tren tan cutre!)
Era gracioso que al pasar el tren en algunas casas incluso se iba la imagen de la televisión o temblaba la vajilla, el caso es que lo aceptábamos como algo cotidiano. La vía rodeaba nuestros veranos. Todos jugábamos a poner chapas y monedas en los raíles, esperábamos a que pasase el tren y observábamos el resultado. También poníamos piedras, pero alguien nos había dicho que así podía descarrilar el tren, así que lo dejamos para no tener ese peso sobre nuestras conciencias. Algo mayores, en plena adolescencia, se nos ocurrió imitar una escena de la película “Cuenta conmigo” (gloriosa) y cometíamos la imprudencia de “esquivar trenes” osea, quedarnos en la vía a ver quién era el último en apartarse, menos mal que nunca nos pasó nada. La última vez que lo hicimos fue cuando el tren paró y el maquinista se bajó a correr detrás de nosotros dispuesto a partirnos la cara (jaja, a lo mejor esa experiencia es un antecedente de mi pasión por correr….)

El puente del tren sobre la ría (el “puente de hierro” para los anales, por oposición al “puente de piedra” que da nombre a Pontedeume) se dice que es un proyecto del mismísimo Eiffel, el de la torre, es que aquí somos así de cosmopolitas… Antes era de color gris fragata, ahora es azulón, la verdad es que es muy bonito.
Cuando el tren atraviesa el puente, hace un ruido muy característico. Yo es el sonido que identifico con Cabañas, ni las olas ni las palomas con su “cucurrú, cucú” ni el viento en las ramas de los pinos, para mí el sonido de Cabañas es el tren pasando por el puente de hierro. Ahora que vivo aquí todo el año, todas las mañanas me despierta ese sonido, pero no me molesta, forma parte del paisaje.
El día que cambien el trazado o hagan el AVE (no lo veré yo ni mis nietos) y deje de pasar el tren por ahí, se perderá un trocito de nosotros. Incluso cuando corro (no podía faltar) por la playa o el pinar, como voy a hacer esta mañana antes de descansar para la carrera del domingo en Coruña, y pasa el tren por el puente, pienso “Adiós tren”.

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