DESAFÍOS...

"...sólo los que se atreven a llegar lejos, son capaces de llegar a saber lo lejos que pueden llegar..."
T.S. Elliot

miércoles, 2 de junio de 2010

¿Y ahora qué demonios leo?




No sé si le pasa a los demás, pero yo cuando estoy a punto de acabar un libro lo paso fatal. Por un lado porque me da pena despedirme de esa historia y personajes que me están gustando y me ayudan a evadirme y por otro lado porque siempre tardo en escoger otro para sustituirlo.

Puede parecer una tontería pero, como diría Escarlata, "a Dios pongo por testigo" que no lo es, soy un indeciso por naturaleza, qué se le va a hacer, cada uno tiene sus defectos. Además es que soy incapaz de pegar ojo sin leer unas páginas en la cama. Ya puedo estar agotado por una dura jornada de trabajo (¡ay, como las echo de menos!) o por haber corrido un ultramaratón (jaja, ya me gustaría a mí) que da igual; ya puedo haber llegado a las tantas de la mañana con una cogorza de escándalo (cuando lo hacía, ahora ya soy mayorcito, ejem) que también da igual, o leo algo o no me duermo. Si a eso unimos que por muy tarde que me acueste y aunque no tenga nada que hacer por la mañana, siempre me despierto pronto, se puede uno imaginar el interés que tengo en enlazar un libro con otro.


Hay un proverbio que dice que "un libro abierto es un cerebro que habla; cerrado, un amigo que espera; olvidado, un alma que perdona y destruido, un corazón que llora" , ¡toma frase! . Cervantes decía que "el que lee mucho y anda mucho, ve mucho y sabe mucho" y en el Quijote quedó claro que "no hay libro tan malo que no tenga algo bueno". Osea que hay que leer, leer mucho. Conozco gente que no suele hacerlo, o que sólo lee revistas y cosas así. No me lo puedo explicar. "Hay gente pa to" como decía el torero aquel, pero es que a mí desde niño me inculcaron la lectura. La casa de mis padres estuvo siempre forrada de estanterías con montones de libros. Largos y breves; famosos y desconocidos; clásicos y modernos; en edición de lujo o de bolsillo...vamos, de todo tipo, incluso algunos repetidos.

Mi infancia no sería la misma sin haber leído la colección enterita de los Hollister (había quien prefería "Los cinco", pero yo no), los libros de naufragios de Julio Verne, las aventuras de Sandokán, las de Guillermo el travieso y tantos otros. Recuerdo en particular una colección de libros para chavales que consistía en un "refrito" de clásicos que tenían en la página par texto y en la impar viñetas que resumían ese texto. No recuerdo ahora el nombre de esa colección, pero estaba muy bien, a veces animaba a leerte el original, lo que supongo que sería su objetivo.



Siempre he tenido un truco para estos casos en que no sé que libro leer. yo clasifico los libros en "libros, libros de verdad" y "libros para leer entre los anteriores", y en esa segunda categoría incluyo (sin menospreciarlos) por un lado los de Agatha Christie y similares y por otro las repeticiones de "libros de verdad". Manías que tiene uno.

Así que a la espera de conseguir mis anhelados "El asedio" y "dónde está el límite" (ya mencionados por ahí) me toca empezar hoy uno de esos libros de "transición" osea, que releeré la novela de intriga del autor vigués Domingo Villar (Mincho, le llamábamos en el colegio) "La playa de los ahogados" y aprovecho para recomendar ésta y su anterior obra "Ojos de agua" ambas entretenidísimas y a mi juicio muy bien escritas.

Hoy me he machacado "a base de bien", carrerita suave de media hora, jornada de natación de casi un kilómetro en la playa y hora y cuarto de remo en kayak. Estoy destrozadito así que tras leer unas pocas páginas espero estar roncando y soñando con los angelitos.


Mañana fisioterapeuta a que me explique el por qué de esta molestia en la "pata" izquierda, crucemos los dedos y que no sea nada...

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