Ya estamos casi en diciembre. Se nota en varias cosas, hace un frío que pela, amanece tarde y anochece pronto, ya empieza a verse adornos navideños por todas partes, en la tele no hay más que anuncios de juguetes y colonias, empiezan a repartirse décimos de la Lotería de Navidad, las muñecas de famosa empiezan a dirigirse al portal, vuelve a casa vuelve... y sobre todo ¡se aproxima la XXV edición de la carrera popular Vuelta a la ría de Ferrol Memorial Adolfo Ros! ¡qué nervios madre mía!. Mis compañeros dicen que puedo hacerla en una hora y 35 minutos, pero me marco como objetivo la hora y cuarenta. A ver qué pasa.
Será mi primer medio maratón, si Dios quiere, y tiene un significado especial para los ferrolanos. Por un lado es una carrera con arraigo (25 ediciones no son pocas) cada vez participa más gente y el recorrido es precioso. Esta carrera es iniciativa de los ayuntamientos que bordean la Ría de Ferrol, (Ferrol, Narón, Neda y Fene), cada año la organiza uno de ellos y tiene salida y meta en el ayuntamiento que corresponda. Este año sale de Ferrol, de la mismísima Plaza de España (justo donde nací yo).
Por todo esto ya es una carrera especial. Pero es que además es un memorial, un merecidísimo memorial. Es un homenaje a un héroe local, que dio su vida por salvar la de otros hace la friolera de 25 años ya.
Adolfo Ros Rodal era un ATS ferrolano muy aficionado a los deportes (consumado karateca y nadador, por lo visto) yo no le conocía, mis hermanos mayore sí. Sucedió hace ya 25 años, el 18 de agosto de 1985, en la maravillosa playa de Doniños, famosa además de por su belleza por sus grandes olas. Aquel verano, las lagarteiras (mareas vivas de septiembre) se adelantaron un poco, como el otoño, el cielo era gris, el viento muy fuerte y las olas propias de otro mes aún en Doniños. 6 niños de entre 11 y 14 años son arrastrados por la corriente (es una playa muy traicionera) y llevados más allá de la rompiente. Hacía tan mal día que había poca gente, pero entre ellos se encontraba Adolfo Ros Rodal.
Adolfo no dudó en echarse al mar para salvar sus vidas, otros le siguieron. Gracias a los esfuerzos de todos se logró salvar tres vidas. Sin embargo, Adolfo volvió a por los tres niños que aún no habían podido ser rescatados. Creo que logró llegar a uno de ellos y tras una larguísima espera de más de media hora luchando contra las olas y la corriente llegó el helicóptero de salvamento, a cuya cesta subió al niño. Cuando llegó su turno,agotado, cayó al mar, entregando su vida no sin antes haber salvado otras.
Adolfo Ros, como ya dije, era un karateca. Y aunque no practicaba el atletismo, solía entrenarse con los atletas en el Inferniño (Estadio Manuel Rivera) desde donde los fondistas, cuando querían hacer un entrenamiento de más de 18 kilómetros, salían a dar aquellas vueltas a la ría.
Poco después de su muerte, se decidió dedicar la ya existente carrera popular Vuelta a la Ría a su memoria. Su heroicidad forma parte de la memoria ferrolana. El pasado mes de agosto, coincidiendo con el 25º aniversario del suceso, se inauguró en Doniños un bonito mirador natural al que se dio su nombre. Durante la inauguración del mismo, su hija recordó la figura de Adolfo y declaró que «Su muerte ha valido para algo. Para salvar la vida del niño que rescató, y para que mejorase la seguridad en las playas». Nada le compensará el haber crecido sin padre, pero el orgullo que sentirá siempre no se lo quitará nadie.
El próximo día 12, los deportistas aficionados honraremos su nombre corriendo, sufriendo y disfrutando (nosotros somos así) la XXV edición de la Vuelta a la Ría, MEMORIAL ADOLFO ROS. Además este año contaremos con la presencia de dos auténticos cracks del atletismo, mis admirados Javier Gómez Noya y Lolo Penas. Allí estaremos si Dios quiere y las lesiones nos lo permiten, claro.
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