lunes, 28 de abril de 2014

“Contra omnes dissident” 42.195 sonrisas


Contra viento y marea, otra vez nenikekamen

La preciosa medalla de finisher
Hace un par de meses escribí que el número 42 me perseguía, y que tenía pensado a los 42 años repetir los 42 Km.  Lo que ocurre es que, como también he escrito, estoy corriendo poquito por diversas circunstancias, así que no contaba con cumplir el destino y librarme de la persecución del 42. Encima, mi gran amigo Pedro, con sus zapatillas del (¿cómo no?)  42, se había propuesto una marca impresionante en el maratón atlántico de este año (Coruña42) y durante dos meses o más ha sido un auténtico coñazo comiéndonos la oreja con kilómetros, series, tiradas largas, ritmos…, jajaja (es broma Killo).

El caso es que como estaba inscrito desde el primer día en esta prueba, a pesar de no haber entrenado, acudí a la cita para acompañar a los amigos y  disfrutar del ambientazo. Las semanas previas, como todos los abriles últimamente, giraban en torno a las famosas 26 millas. Que si el aniversario de los atentados de Boston, que si discusiones sobre la muerte del pobre Filípides, que si ya es faena que coincidan el mismo día el “Madrid Rock and Roll Maratón” y otros con “La maratón atlántica Coruña42”, que si “tengo una contractura que no puedo con ella”… el mes del maratón, en resumen.

Y como en un “deja vu” del 2012, allá fui, con la idea de hacer (lo confieso) dos vueltas enteras al circuito, que consta de 3 vueltas de 14 Km “y un poquito más”, hasta el centro de la plaza de María Pita, aunque decía que solo iba a hacer la mitad, por aquello de quedar bien si me retiraba antes de la segunda vuelta.   

No voy a hacer la típica crónica porque sin entrenar y casi sin mirar el crono, no hay mucho que contar. La llegada al punto de salida, en Puerta Real fue, como siempre, un cambio de chip: Saludos, abrazos, fotos, nervios, gente haciendo cola en los wc portátiles, otros detrás de los matorrales ante la vista gorda de los policías locales, … Me coloqué en el cajón de “los sin marca” para no molestar. Salí pegado al amigo coruñés Jorge, con sus mp3 repletitos de canciones de Julio Iglesias y tras la charla del ya clásico “speaker” de las carreras coruñesas, sonó el disparo y allá fuimos, a sufrir, él  se me escapó y a mi me dio igual, total, siempre había alguien conocido alrededor.

Me ahorro detalles, solo contar que la primera vuelta la hice como quien trota por el pinar, encantado con el recorrido, con los voluntarios y miembros de la organización, con el público madrugador y con lo bien que me sentía. El recorrido en Coruña tiene la particularidad de ir cruzándote con los demás corredores cada dos por tres, y así pude animar a los conocidos, entre ellos el mítico Coke , de los Padel Rock, con su camiseta de Etiopía.

Parte del Club Atletismo Sada
Al llegar al punto de media maratón ya iba pensando en donde parar e ir a cambiarme para animar a los amigos al llegar a meta, pero al ver a las hijas de Pedro y a Ana animándome seguí hasta la segunda vuelta, donde mi club, el Club Atletismo Sada daba colorido y animaba como si me conociesen de toda la vida. Ya que estábamos aquí decidí, como en 2012, seguir un poquito más, y cuando llevaba 32 Km. y vi, por octava vez, a los amigos Pablo y Vicky animándome a grito pelado fue cuando decidí acabar el maratón y cumplir el rito de los 42 a los 42, independientemente del tiempo que me llevase, total no vivo de esto...

En esta ocasión, al contrario que hace dos años, por fin conocí al famoso hombre del mazo. Estaba apoyado en el muro (que también existe) , sí,  ahí estaba, justo en el Km. 34, en pleno paseo marítimo. Me paré, me agaché a estirar la dolorida espalda y a los dos segundos una amable voluntaria en bicicleta me dijo “¿está usted bien?” lo cual me picó el orgullo de madurito interesante (¡mira que tratarme de usted!!) y me hizo continuar, totalmente solo como el corredor de fondo de Sillitoe, hasta llegar casi a la milenaria Torre de Hércules. Poco después ya estaba adelantando gente hasta el Km. 40 y, como todo maratoniano sabe, a partir de ahí da igual que te duela hasta el alma (que te va a doler), acabas por narices.

EL último Km. y medio fue acompañando al recién alcanzado Jorge, saludando, chocando palmas, besando gente, y con una sonrisa que no me cabía en la cara y que a estas alturas aún no me ha abandonado. Ahí se iba el jevorro de Fon, que bajó de 3.30 el tío,  con su guapa mujer que había corrido el diez mil paralelo. La cara que puso cuando me vio a punto de terminar el Maratón fue un poema. 

Pero lo mejor fue justo después, el "casi hermano" Pedro y su familia, con su entrenador Antonio y la sonriente Hanna estaban esperándome a cada lado del pasillo en el Km. 42 jaleándome como si fuese un famoso. Me emocionó más saber que sus zapas del 42 lograron su objetivo que el hecho de llegar a meta, donde por supuesto, ya que uno sigue siendo un moñas, hubo un par de lagrimitas antes de encontrarme a todo el mundo e irme a tomar la preceptiva y merecida cervecita de recuperación.

La imagen de este Maratón Atlántico. Pedro llegando a meta. 
En fin. Una maravilla. He vuelto a tocar el cielo, me siento bien, me alegra haber tomado la decisión de participar y terminar la carrera y, si bien desmitifico totalmente la distancia (si la hago yo dos veces sin entrenar, no es para tanto) le doy razón a la locomotora Zatopek “vives una vida diferente”. Como me ha dicho José D., al repetir, ya puedo llamarme realmente maratoniano.

Y llegamos al final. Cuando parece que las cosas se oscurecen, que la emoción desaparece, cuando el aburrimiento hace acto de presencia, cuando no se tiene ganas de nada, los problemas pesan más que nunca y las preocupaciones rutinarias parecen más grandes, la vida te pone en bandeja  oportunidades para, si las aprovechas,  darte cuenta de que sigue siendo bella, que en cualquier momento se puede levantar cabeza, ensanchar la sonrisa y recordar que sí, que queda mucho camino por andar.

12 comentarios:

  1. Pero bueno, dos de dos, por favor haz una entrenando, por ti y por los demás que nos dejas a la altura del betún, nostros venga a escribir de la épica de los 42 y todo eso y tú te las haces con la izquierda.

    Felicidades en cualquier caso

    ResponderEliminar
  2. Enhorabuena , nadie apostaba porque acabaras , ahora a disfrutar filipides

    ResponderEliminar
  3. Jeje, Peter, te debo mucho amigo. Alex, me acordé de ti, por supuessto.

    ResponderEliminar
  4. Que grande Miguel pasta de campeon. Y la distancia digas lo que digas pone mucho respeto.

    ResponderEliminar
  5. Este comentario ha sido eliminado por un administrador del blog.

    ResponderEliminar
  6. Este comentario ha sido eliminado por un administrador del blog.

    ResponderEliminar
  7. Hola, Miguel: Llegué de casualidad a tu blog y me ha gustado mucho la crónica. No sé si recuerdas que nos cruzamos y te grité «¡vamos, Cabañés!» a la altura de mi km 39, que si no me equivoco era tu km 37. Enhorabuena por haber terminado la gesta maratoniana.

    Un saludo,

    Adán

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Hola Adán, sí que te escuché, estab hecho polvo, jaja. Enhorabuena por tu carrera.

      Eliminar
  8. Bonita cronica y moraleja Miguel. Siempre he dicho que es una distancia que no me llama. Pero despues de leerte, le entran a uno las ganas. Eso si, entrenando. Enhorabuena de nuevo. Nos vemos en el Pinar

    ResponderEliminar
  9. Enhorabuena, mostro. Que conste que este año eché de menos tus ánimos, pero era por una buena causa

    ResponderEliminar
  10. Hola niño felicidades y no tienes ni idea de lo que has hecho por mi por crear esta pagina dios lo hace todo una de las cosas fue que escribieras esta pagina saludos y que dios te bendiga

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Vaya!! ¡qué mensaje más bonito! gracias, muchas gracias.

      Eliminar