Si te fastidia tener que hacer
cola para coger el dorsal en el caso de no haber madrugado. Si no te gusta
levantarte 4 horas antes de que suene el disparo de salida ni estar de pie con
la ropa de correr a la intemperie la hora y media antes de que te toque salir.
Si te cabrea tener que caminar 15
minutos desde donde empiezas hasta pasar por la alfombra del chip. Si tampoco
te gusta tener que ir adelantando gente en zigzag durante muchos km y no estar
solo ni un momento en toda la carrera. Si buscas hacer tu marca en una
distancia. Si no te gusta tener que
buscar, al llegar, a tus amigos en la meta durante un buen rato. Si no aguantas
ducharte con decenas de desconocidos. Si todo eso no te gusta…esta no es tu
carrera.
En cambio, si te gusta la
amabilidad y sonrisas de los voluntarios que te dan el dorsal y te ayudan a
hacer las cosas más rápidas y cómodas el día previo a una carrera donde hay
miles de corredores; si disfrutas el ambiente en la feria del corredor y
distingues mentalmente entre miles de personas las categorías de “éstos están
finos” “éste no la acaba” “éste me da un repaso” o “estos vienen a acompañar”.
Si el día D madrugas impaciente aunque sepas que vas a pasar algo de frío y
mojarte por la lluvia mientras tienes que hacer colas y coger un tren y un
autobús para llegar al punto de partida.
Si la hora y media antes de que
te toque salir lo pasas fenómeno bailando las canciones que suenan en
megafonía, saludando y dando palmadas a gente que, o casi no conoces o no has
visto en tu vida. Si aguantas con una sonrisa el rollo que te suelta un
veterano contándote las 20 veces que ha participado en esta carrera. Si te da
igual hacer pis en unos arbustos aunque “eso no se hace”. Si cuando acaba la
cuenta atrás sales disparado como si entrenases o estuvieses en forma cuando ni
lo uno ni lo otro, y encima te da igual la marca.
Si te gusta que el speaker sea
simpático, que la música sea atronadora y te mezcle el “déjame” de los Secretos
con “born to run” de Bruce. Que haya pantallas gigantes y que mires adonde mires
solo veas corredores y gente animando. Si eres un corredor popular algo moñas
como uno que yo me sé, al que emocionan chorradas como que el ganador del año
pasado ( gallego y conocido que te de un abrazo al encontrarte ), lleva aparte de su dorsal otro con el número de una participante
fallecida el año pasado.
Si eres igual que el susodicho moñas, al que lo que más le gusta de estas cosas es estar rodeado de gente. Si te gusta como a él participar en un deporte en que los adversarios no son rivales, sino compañeros, ver y participar en los detalles de los demás (empujarse de coña si te ven flaquear; pasarse el agua en un avituallamiento que te has saltado, agarrarse del codo si creen que te vas tropezar…).
Si eres igual que el susodicho moñas, al que lo que más le gusta de estas cosas es estar rodeado de gente. Si te gusta como a él participar en un deporte en que los adversarios no son rivales, sino compañeros, ver y participar en los detalles de los demás (empujarse de coña si te ven flaquear; pasarse el agua en un avituallamiento que te has saltado, agarrarse del codo si creen que te vas tropezar…).
Y si, por encima de todo lo anterior,
lo que más te gusta es sentir el calor del público y la AFICIÓN, con mayúsculas en
este caso. Si todo esto te gusta, entonces, amigo, entonces, ésta sí es tu
carrera.
La carrera es, claro, la Behobia / San Sebastian,
que este año cumplió su edición número 50 y que ha sido una auténtica
maravilla. Sólo he sentido una emoción
parecida al cruzar la meta en los maratones de Coruña. Me habían dicho que la
afición era espectacular, que el público te llevaba en volandas y que el
ambiente no es comparable al de las otras carreras (y son unas cuantas ya) en
que he estado. Me habían contado de todo, pero todos se han quedado cortos. No es que la
gente te anime en los puntos clave de la carrera, ¡es que te están aplaudiendo
un km antes de la línea de salida y no hay ni un solo metro de los 20.000 del
recorrido en que no haya público!. No es
que haya mucho público, ¡es que hay, literalmente, decenas de miles de personas
gritando y aplaudiendo!. Ya en el km uno tenía el nudo en la garganta, en el 5
la sonrisa me llegaba a las orejas, pero dando dos vueltas a la cabeza, en el 10 me sentía en un sprint final y en el 15 reía a pesar del cansancio.
¡Qué de gente!. Había gente en plena autovía,
gente en los balcones. Señoras, señores, chicas, chicos, niños y niñas.
Bomberos, policías, parados, amas de casa, estudiantes, jubilados, lesionados,
ciclistas, patinadores, carteros, relojeros, cocineros...¡viva la gente, la hay donde quiera que vas!. Había gente en silla de
ruedas con un cartel donde ponía “Ánimo" o "ya no queda nada"….
Había miles y miles de gargantas animando, pero no es que animasen a “los” corredores… ¡me animaban a MI!, animaban y aplaudían a cada uno de nosotros. Leían el nombre en el dorsal y lo que más he escuchado ayer fue “AUPA MIGUEL”, miles y miles de gargantas se quedaban afónicas gritando eso: ¡AUPA MIGUEL!.
Y Miguel, claro, con la emoción de un niño pequeño, chocando miles y miles de manos de niños pequeños sin miedo a que me pegasen ni el Ébola ni el resfriado, aplaudiendo a quien me aplaudía, sonriendo a quien me sonreía y sprintando en plena cuesta. Hoy, como siempre, tengo más agujetas de sonreír que de correr, pero esta vez, como novedad, a las uñas negras de los dedos de los pies, tengo que añadir la mano derecha colorada de chocar palmas durante 20 km.
Había miles y miles de gargantas animando, pero no es que animasen a “los” corredores… ¡me animaban a MI!, animaban y aplaudían a cada uno de nosotros. Leían el nombre en el dorsal y lo que más he escuchado ayer fue “AUPA MIGUEL”, miles y miles de gargantas se quedaban afónicas gritando eso: ¡AUPA MIGUEL!.
Y Miguel, claro, con la emoción de un niño pequeño, chocando miles y miles de manos de niños pequeños sin miedo a que me pegasen ni el Ébola ni el resfriado, aplaudiendo a quien me aplaudía, sonriendo a quien me sonreía y sprintando en plena cuesta. Hoy, como siempre, tengo más agujetas de sonreír que de correr, pero esta vez, como novedad, a las uñas negras de los dedos de los pies, tengo que añadir la mano derecha colorada de chocar palmas durante 20 km.
Como dijo un compañero corredor gallego, correr en estas tierras vascas es algo que todo corredor debe hacer al menos una vez en la vida. Esa vida, que a pesar de ser complicada es bella.
Los temas laborales (¡qué nervios
tengo, madre mía!), la “veteranía” en las carreras y sobre todo la pereza
hicieron que después del maratón de Coruña decidiese dejar en barbecho al blog,
pero ayer…ayer me dijeron ¡Aúpa Miguel! Y he vuelto a recordar que, pase lo que
pase, queda mucho camino por andar.
P.d.- Ni que decir tiene que
tengo que dar las gracias al Club Atletismo Sada por organizar esta expedición
porque sino no habría ido, y a Luis Lubo, del Narón, y Consuelo su campeona
mujer que debutó ayer en esta distancia su paciencia conmigo estos días. Lo único malo es (aparte de mi marca, jeje)
el no haber coincidido con el maestro Alex, el corredor converso, pero, como él
dijo, al menos hemos estado cerca y compartido esta experiencia.
Que chulo. Aúpa Miguel!!
ResponderEliminarOye me ha encantado, lo voy a compartir ¡Qué penita no verte! Buen motivo para reabrir el blog
ResponderEliminarYa te digo Alex, me hacía mucha ilusión verte. Otra vez sera será. Comparte , comparte, no llega ni a la altura del tendón de Aquiles a ninguna de tus entradas.
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